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En 1956, Estée lanzó su crema más sofisticada, Re-Nutriv. Con un precio de 115 $ el tarro, que equivaldría aproximadamente a 1.000 $ en la actualidad, era un producto caro, pero Estée se apresuró a justificar que valía la pena cada centavo. “¿Por qué cuesta tanto un Picasso? El lienzo debajo de la pintura cuesta 2,75 $, cada tarro de pintura que utilizaba estaría en torno a 1,75 $. Entonces, ¿por qué se paga una pequeña fortuna por una pequeña obra? Se paga por la creatividad… la experiencia… y por algo que merece la pena personalmente”.
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